Regina

 La oración de Sevilla hecha perfume

Sevilla despierta con el repique solemne de la Giralda. Es 15 de agosto, y el cielo, aún fresco y azul, anuncia una de las jornadas más esperadas del calendario. Es el día de la Virgen de los Reyes, Patrona de Sevilla, y desde primera hora de la mañana, cientos de fieles se congregan en torno a la Catedral para verla salir en procesión.

Las campanas anuncian su llegada. Se abre la Puerta de los Palos y la Virgen aparece entre murmullos, oraciones y miradas emocionadas. Envuelta en el oro de su manto, avanza sobre un mar de flores blancas, mientras la luz del alba la envuelve con un resplandor casi celestial.

La tradición cuenta que fue el mismo Rey San Fernando quien soñó con esta imagen antes de conquistar Sevilla. En su visión, la Virgen lo guiaba entre sombras hacia la luz. Desde entonces, no es solo una imagen sagrada, sino el símbolo más profundo del alma de la ciudad.

De esa devoción serena y poderosa nace "Regina", un perfume que rinde homenaje a su grandeza espiritual.

Su salida es azahar puro, como una mañana luminosa en los patios de Sevilla. Le sigue el nardo, solemne, reflejo de la majestad de su manto. La rosa brota en su corazón, símbolo del amor del pueblo que año tras año acude fiel. Y en el fondo, el iris empolvado, evoca la intimidad de su camarín, la elegancia de lo eterno.

"Regina" no es solo una fragancia. Es una plegaria hecha aroma, una promesa en la piel. Un tributo a Sevilla y su Reina, a la devoción que se transmite en silencio, generación tras generación.